Es importante habitar en edificios felices porque las personas pasamos más del 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados. Por eso, lo que sintamos y pensemos en estos espacios, será lo que condicione nuestros objetivos vitales.
La felicidad es un concepto subjetivo y relativo. No existe un índice de felicidad común, cada persona construye su felicidad, al igual que construimos un interior. Por eso, una construcción feliz debe ser un espacio construido a la medida de cada uno, para sentirte cómodo en él y poder conseguir el estado de plenitud. Teniendo en cuenta esto, se puede decir que la felicidad es un estado del ánimo que supone una satisfacción, la persona que está feliz se siente a gusto y contenta.
Que el concepto de felicidad sea subjetivo y relativo significa que cada persona tiene una percepción propia de la felicidad. Aunque los patrones sean similares siempre existen diferencias que hay que tener en cuenta a la hora de proyectar. Ser feliz abarca muchos aspecto de la vida como sentirse bien con uno mismo, las relaciones sociales, conseguir metas y marcarse nuevos objetivos…En definitiva, el entorno de la persona es decisivo para sentirse bien, es muy importante sentirse en sintonía con nuestro alrededor, por eso el interior de un edificio debe ser un templo para nuestros sentidos. Si bien, cada edificación debe construirse según el gusto y las necesidades de cada uno, existen unas claves comunes para proyectar construcciones que nos hagan sentir bien:
- Temperatura: Un edificio feliz debe mantener una temperatura constante durante todo el año
- Sensación de Seguridad e Intimidad: Es muy importante sentirse seguro en tu hábitat.
- Iluminación Natural: Los interiores felices deben estar bien iluminados de forma natural.
- Sencillez tecnológica: deben ser edificaciones fáciles e incorporar la menor cantidad posible de artefactos, y éstos deben ser lo más robustos posible, y deben estar diseñados a prueba de fallos.
- Uso de Materiales Naturales: La utilización de materiales naturales fomenta nuestro bienestar y nuestra salud, y supone grandes ventajas medioambientales.
- Arquitectura sencilla pero no monótona: Una construcción feliz debe tener un diseño tal que pueda ser asimilable fácilmente por la mente humana, de tal modo que la percepción de una parte de un este, permita predecir el resto. Hay que llevar cuidado, porque un edificio demasiado sencillo aburre, pero un edificio demasiado complejo causa rechazo y empalago. Por eso, los interiores deben parecer sencillos, pero en realidad deben esconder una estructura compleja, que invite a su exploración, y deben reservar sorpresas, de tal modo que nunca aburran.
- Colores: Los colores ejercen una enorme influencia sobre nuestro bienestar y sobre nuestra felicidad, por lo que deberíamos rodearnos de espacios convenientemente coloreados para tal fin.
Teniendo en cuenta todos los parámetros de nuestra filosofía el interiorista Ramón Martínez junto con el arquitecto Carlos Pascual ha proyectado el edificio MACAN. Un edificio pensado para que todos estos elementos actúen como una caja de resonancia y sean capaces de estimular y amplificar la felicidad de sus ocupantes.
En el edificio MACAN todas las estancias principales (salón, cocina y habitaciones) se abren al exterior sin toscas distribuciones orientadas a patios de luces interiores. Cada m2 de este edificio tiene un propósito práctico y el espacio no se pierde en interminables pasillos oscuros que merman el espacio útil de la vivienda.